Fray Abilio

           

          

 

En 1906, el Padre Tomás Rodríguez (Prior General de los Agustinos) y el Padre Mariano de la Calle, visitaron a sus familiares en el valle de La Valdavia. Durante una conversación mantenida en casa de un influyente amigo, expresaron su pesar por el hecho de que estas tierras ya no diesen tantos hijos para la Orden. La hija de su anfitrión les interrumpió diciendo: "Dios siempre otorga donde la gente las alienta y desarrolla". Volviéndose hacia la ventana, ella señaló a un niño que jugaba en la calle y dijo: " Como ejemplo, tomad a ese pequeño huérfano de ahí fuera. Él vive ahora como un religioso". Cuando ella hubo relatado la infancia del pequeño Abilio, el General aconsejó a su compañero que se interesara por él. Así fue como el futuro misionero y mártir hizo su primer contacto con la Orden de los Agustinos.

Abilio Gallego Abad nació el 2 de Septiembre de 1895 en Bárcena de Campos, enclavado en el valle de La Valdavia. Su padre Eustasio, era un sencillo labrador, mientras que su madre Felisa, una devota de la Virgen que deseaba para su hijo, una educación encaminada al sacerdocio.

Esta familia de cristianos viejos, vivía del campo y de una pequeña tienda de ultramarinos.

A los siete años fue enviado a Villaprovedo, a la escuela del prestigioso maestro Francisco Franco Mozo. Pero la muerte de su madre un año después, le obligó a regresar a Bárcena para ayudar a su padre en las tareas del campo y la casa.

Con diez años de edad, mostró su talento para la música en el coro de la iglesia al cantar la epístola por primera vez, ingresando poco después en el seminario de La Vid (Burgos).

 

EL SEMINARIO

 Su tutor fue el Padre José Rodríguez de Prada, que había sido misionero en las islas Filipinas. Así nace en el joven Abilio el deseo de trabajar en las misiones de China. Al mismo tiempo que se consagraba para su labor en las misiones, desarrolló otros muchos talentos. Desde niño manifestó inclinación por la mecánica; posteriormente adquirió conocimientos de jardinería y agricultura. Pronto afloró su pasión por la poesía y la música, especialmente cantando con el órgano; incluso se atrevió con la pintura de forma ocasional.

Estas habilidades le llevaron a preocuparse más por los demás que por él mismo, pues dirigió el coro, recitó sus propias poesías en la liturgia y ejerció la catequesis.

En esta época, ocho clérigos bajo su dirección llegaron a publicar una revista de la que era también editor.

 

 UN ESCLAVO DE MARÍA

 

Tras la lectura del popular libro "UN ESCLAVO DE MARÍA" de San Grignion de Montfort, cambia totalmente la concepción de su vida religiosa y durante la fiesta de Nuestra Señora de la Consolación en Septiembre de 1917, decide consagrar su vida a la Virgen. Tal es así, que inicia un diario que tituló: "Yo mismo desde dentro, a la Madre de la Consolación" y que terminaría el último día de 1920, camino de China.

Gracias a estos escritos conocemos sus luchas internas por mantenerse casto, batalla que ganará refugiándose en la flagelación y mortificación de su cuerpo, así como los baños fríos tan mencionados en su diario. A su propio confesor le costaba darle permiso para hacer ciertas penitencias.

 

CURA MISIONERO

 

Se ordenó sacerdote el 20 de Junio de 1920. Celebró su Cantamisa en La Vid y asistieron a ella su padre y sus hermanos. Don Fernando Torres Almunia aceptó el nombramiento de "padrino" pero no pudo asistir por ostentar "un alto y delicado cargo en la nación".

Después de varios meses de espera, el 20 de Diciembre embarca en Barcelona a bordo del vapor LEGAZPI, rumbo al archipiélago de Magallanes.

Ya en su destino de Changteh comienza su proceso de adaptación y aprendizaje de las nuevas costumbres y de un desconocido idioma. Usó sus dotes musicales para dar lecciones cantadas a los niños de la misión. Publicó un libro de himnos que apareció con el título de "Cántico Sacro". A los dos meses de su llegada se abrió una pequeña imprenta que publicaba en chino y en español. También tuvo tiempo de decorar algunas iglesias que encontró en ruinas.

 

PASTOR DE ALMAS

 

Hasta Junio de 1922 atendió la misión de Hwajung. El 15 de Julio se le asignó la dirección de Hwaishin. Necesitada de una iglesia nueva, el Padre Abilio fue su arquitecto, obrero y decorador. Dedicó su construcción a la "reina de su corazón" colocando una imagen suya sobre las puertas de la nueva iglesia.

Se enfrentó a la falta de fe de los habitantes de la zona con frecuentes visitas a domicilio, ejerciendo la catequesis y aumentando el número de misas sin pensar en los pocos asistentes.

 

REFUGIADO DE GUERRA

 

Durante la guerra de Chian Kai-Shek contra los comunistas en 1927, nuestro misionero fue obligado a dejar su misión de Hunan para trasladarse a Hankow con el Obispo y los demás clérigos. Su única ocupación útil era relatar en sus escritos todas las penalidades que por esa época tuvo que soportar, incluso el maltrato físico y la persecución sufrida por parte de los estudiantes partidarios de la incipiente revolución del Doctor Sun Yat Sen , que defendía la independencia de raza, el gobierno democrático y la comunidad de bienes.

La salud de Abilio volvió a ser precaria, a pesar de lo cual no perdió la esperanza de dar su vida por Cristo como lo demuestra la carta que envió a su anciano padre: "...que final más glorioso podría tener que dar mi vida por la verdadera fe..."

En Diciembre de 1930 es enviado a la misión de Yochow, destruida por las sucesivas invasiones de nacionalistas y comunistas. Posteriormente fue trasformada en hospital, donde ayudó a los enfermos y bautizando a muchos de ellos.

 

REPRESENTACIONES RELIGIOSAS

 

1930 fue un año marcado por el Jubileo Agustiniano, pues se celebra el quince centenario de la muerte del fundador de la Orden. El Padre Abilio propuso hacer dramatizaciones de algunas escenas de la Biblia al igual que los chinos hacían en sus celebraciones. Se ocupó de los guiones, montar los escenarios, componer la música sin que se resintiera su vida espiritual.

Obras como "José de Egipto", "El fumador de opio" o "El milagro de la virgen".

 

SU VIAJE FINAL

 

El 22 de Agosto de 1933 embarcó para Yochow con el catequista Chang y su joven ayudante inglés Charles. Mientras atravesaban su querido lago Tung-Ting, el barco perdió el rumbo. Esa noche oyeron tiros lejanos y más tarde fueron abordados por milicianos comunistas que les condujeron al sur del lago, hacia Chi-Kantesi.

Según el testimonio de uno de los supervivientes, el Padre Abilio mantuvo la tranquilidad en todo momento, sabedor de que su ansiado final estaba ya cerca.

Tras interrogar a todos los ocupantes del barco fue llevado ante el jefe de los milicianos. Éste le preguntó quien era y que hacía tan lejos de su país a lo que el de Bárcena contestó que sólo era un misionero español. Obligado a arrodillarse frente a su verdugo, éste le seccionó el cuello con un cuchillo y Abilio cayó fulminado al suelo.

No deja de ser curioso que encontrara la muerte el día de la Asunción, él que había dedicado toda su vida a la virgen, a la "Reina de los Cielos"

Ya en 1918 había escrito en su diario: "...Dios mío, hazme el honor de morir por ti, no sólo por medio del martirio del alma, sino del cuerpo..." y "...Bendito pueblo de China donde espero dar mi sangre por Él..."

En su pueblo natal, Bárcena de Campos, con ocasión de un homenaje a su trayectoria, su hermana Encarna mostró la medalla de San Agustín que su hermano le mandó en 1930 y la carta donde le decía: "...consérvala bien. Algún día será la reliquia de un mártir..."

Los restos mortales de Fray Abilio Gallego Abad descansan en el cementerio de Yalán, China.

Por último, recordar su epitafio que dice:

"Allí donde se me entierre, quiero que diga un letrero,

por la iglesia y por España, aquí yace un misionero"

 

Juan Carlos Martín

Valdavia@euskalnet.net

 

           

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